5 años de la Reserva Nacional Kawésqar: los temas que siguen pendientes para su protección

Comunidades locales denuncian que la zona se encuentra altamente exigida por la salmonicultura, que no está cumpliendo con la normativa ambiental.

El 30 de enero del año 2019, se publicó en el Diario Oficial el decreto que dio origen a la Reserva Nacional Kawésqar, en Magallanes, que se extiende por 2 mil 842 hectáreas entre fiordos y penínsulas patagónicas. Con esta calificación se buscaba garantizar la protección de esta zona, su territorio y biodiversidad, así como establecer que es deber del Estado procurar su conservación. Este 2024 se cumplen 5 años de este hito, lo que lleva a la pregunta: ¿se está logrando el objetivo?

Los reclamos de la comunidad

Con la calificación de Reserva Nacional, esta zona fue separada del Parque Nacional Kawéskar, que ofrece una protección más amplia. A juicio de las comunidades locales, esta división administrativa determina de forma antojadiza qué priorizar y separa la tierra del mar, como si fueran elementos independientes, lo que hace “que las divisiones y confusiones crezcan a todo nivel”, dice Eric Huaiquil Caro, miembro de las Comunidades Kawésqar Grupos Familiares Nómades del Mar. También, acusa que los “acuerdos que se tomaron en la consulta indígena no han tenido respuesta”.

Por último, Caro pide que la conservación de esta reserva se haga “sin salmoneras y esperamos que eso quede fijado en el Plan de Manejo que será sometido a consulta en el mes de marzo de 2024”.

Una zona sobreexigida

Dentro de la Reserva Nacional Kawésqar están los bosques de alga parda más ricos del país, cuyo ecosistema se considera clave en el combate del cambio climático, ya que pueden absorber altos niveles de dióxido de carbono y regenerar sistemas marinos. A pesar de que el Estado debe garantizar su protección, la zona está experimentando una gran presión por parte de la industria de la salmonicultura.

A modo de ejemplo, existen 133 concesiones aprobadas en toda la Región de Magallanes y 85 en trámite, de las cuales 68 aprobadas y 57 en trámite están en la Reserva Nacional Kawésqar, “lo que nos parece insólito porque está comprobado que la industria salmonera no es sustentable ni compatible con el cuidado ecosistémico de la reserva. Esto es fundamental en la creación del Plan de Manejo de la Reserva, que actualmente se está diseñando y que debe establecer la incompatibilidad de la industria con el mandato de protección de la zona, tal como está documentado en el informe que hemos realizado junto a las comunidades”, afirma Cristina Lux, abogada de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA).

“El 43% de las concesiones aprobadas al interior de la Reserva Nacional Kawésqar ha presentado condiciones de anaerobia dentro del marco de sus operaciones, de acuerdo con información obtenida de los Informes Ambientales para la Acuicultura. Esto quiere decir que sufren o han sufrido pérdida total o parcial de oxígeno, lo que afecta las condiciones de vida de toda la biodiversidad de la zona”, agrega Estefanía González, subdirectora de Campañas de Greenpeace Chile.

De ahí que el impacto, dice Sofía Barrera , abogada de ONG FIMA, es “enorme y altamente destructivo”.
“Para empezar, estos centros de cultivo se concentran en apenas siete sectores (Península Staines, Seno Taraba, Estrecho Poca Esperanza y Canal Vlados, Seno Glacier, Seno Skyring, Isla Desolación y Golfo Xaltegua), lo que también concentra los efectos sinérgicos. Algunos de estos son el impacto de las rutas de las embarcaciones, la matanza de lobos marinos para evitar que ataquen las jaulas de salmones, la sobreproducción de salmones, la presencia de basura fuera de los polígonos de concesiones y la detección del virus ISA en los centros de cultivo, que termina por enfermar al resto del ecosistema marino, algo que ha sido reconocido por los Tribunales Ambientales”, agrega Barrera.

“Además, la dispersión de materia orgánica desde los centros de cultivo provoca eutrofización, eventos de floración de algas nocivas (FAN), generando alteraciones significativas en la calidad del agua y afectando la vida marina”, aporta González.

A juicio de las representantes de estas tres organizaciones, a pesar de las prohibiciones legales y de las exigencias ambientales, que muchos de estos proyectos se hayan ingresado y aprobado mediante declaraciones de impacto ambiental, plantea cuestionamientos legales y políticos. “¿Por qué la autoridad no está velando por el cuidado real de esta zona? ¿Qué intereses se están cuidando y cómo está influyendo la industria salmonera en nuestras autoridades?”, plantea Barrera.

Lamentablemente, añade González, cuando se han pedido explicaciones, “no hemos recibido respuestas ni certezas. Por ello es urgente avanzar hacia un plan de manejo que resguarde realmente este ecosistema y no permita más centros que pongan en riesgo a la biodiversidad”.

Fotografía de portada por Patricio Miranda | Greenpeace Chile

Columna de Antonio Pulgar: Más sombras que luces: SQM y su operación en el Salar de Atacama

En el contexto de la discusión de la Estrategia Nacional del Litio, mucho polvo ha levantado el acuerdo entre SQM y Codelco para extraer este mineral en el Salar de Atacama. Las razones se encuentran en que fue un proceso opaco, con poca información sobre su negociación, sin participación ciudadana y con ausencia de consideraciones ambientales.

En paralelo a esta discusión, se desarrolla la evaluación ambiental del proyecto de SQM, irónicamente titulado “Plan de Reducción de Extracciones en el Salar de Atacama”, cuyo proceso de participación ciudadana cerró el lunes 22 de enero.

En él se busca la adecuación operacional de la empresa en el salar para asegurar su funcionamiento al año 2030, modificando las condiciones establecidas en la resolución de calificación ambiental del año 2006, a las que se comprometió debido al incumplimiento de su autorización ambiental, por el cual fue investigado en 2016 y que concluyó el 2022. Esta situación tiene origen en las extracciones ilegales, por sobre las cuotas autorizadas, entre 2013 y 2015, afectando el sistema hídrico del salar y las áreas protegidas asociadas de alto valor endémico.

Si bien el proyecto plantea la reducción de extracción de salmuera, ni la evaluación ambiental del proyecto, ni el memorando de entendimiento de las empresas, son claros en la forma en que darán cabida a las consideraciones ambientales que permitirán la subsistencia del ecosistema de humedal andino.

La contradicción es profunda, aseguran la reducción de extracción de salmuera al año 2030, mientras informan que la explotación de carbonato de litio deberá aumentar a una cuota de 300.000 toneladas entre 2025 y 2030. A esto se suma un segundo aumento que se desarrollará entre el periodo 2031-2060, en donde se incrementa a una cuota de la misma dimensión, pero esta vez de explotación anual.

Todo indica que la línea comunicacional de las empresas, apunta a generar la idea de que las tecnologías de extracción directa y reinyección de salmuera serán el futuro sustentable de esta actividad. Pero lo cierto es que ninguna de las propuestas planteadas tiene una aproximación real a las dimensiones de explotación industrial que se proyectan, ni han probado ser efectivas en prevenir sus impactos.

Así, se propone el aumento de la producción de litio a costa de la alteración completa del ciclo ecológico del Salar de Atacama, sin asumir los costos socioambientales que el optimismo por la tecnología oculta.

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Litio en Atacama

En el contexto de la discusión sobre la explotación de litio en el Salar de Atacama, poco se ha reparado en las contradicciones existentes. Por una parte, el proyecto «Plan de Reducción de Extracciones en el Salar de Atacama» de SQM, señala que al 2030, la empresa pretende reducir la extracción de salmuera en el salar. La adecuacion operacional se debe a los compromisos asumidos por la empresa, tras el incumplimiento de su resolución de calificación ambiental, por sobre explotación de sus cuotas entre 2013 y 2015.

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Acuerdo de Escazú, un tratado aún en construcción

Este enero se ha transformado en un momento clave para el primer tratado de derechos humanos y medio ambiente de América Latina y el Caribe. Al cumplirse el tercer año desde la entrada en vigor del Acuerdo de Escazú, la presión por avanzar en su gobernanza e implementación a nivel local y regional se hace cada vez más intensa.

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¿Cómo vecinos y vecinas pueden contribuir en la fiscalización ambiental? Talleres en la región de Valparaíso enseñarán a hacer denuncias ciudadanas

En el marco del proyecto de ONG FIMA “Transferencia para el fortalecimiento de capacidades para el Acceso a la Justicia Ambiental”, financiado a través de un Fondo Nacional de Desarrollo Regional del GORE de Valparaíso, se realizarán una serie de denuncias ciudadanas y fiscalización ambiental

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