El Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (“SEIA”), desde su creación, ha demostrado ser una herramienta incapaz de revertir el carácter intensamente rentista y cortoplacista de una economía basada en la explotación de recursos naturales, como la chilena, requiriéndose un golpe de timón que modifique decididamente el rumbo del país hacia la sustentabilidad.
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