• Por  Ezio Costa, Director Ejecutivo de ONG FIMA

En medio de la durísima temporada de incendios forestales en Chile, han aparecido encuestas que preguntan a la gente por las causas probables de estos. De por sí un ejercicio curioso, si tomamos en cuenta que la evaluación de las causas de un incendio forestal no son de fácil determinación y requieren de investigaciones técnicamente especializadas.

Los resultados de encuestas que preguntan a la gente sobre las causas de los incendios, muestran dos cosas interesantes de analizar.

La primera es que hay una creencia generalizada de que los incendios son provocados por causas humanas. Esto no parece para nada extraño si se considera que las autoridades han repetido esto muchas veces, llamando a la población a ser responsables con el uso del fuego.

Es llamativo, eso sí, que las personas equiparen la causalidad humana con la intencionalidad, cuestión que no necesariamente es correcta. Una quema agrícola que se sale de control, una fogata o cocinilla en un camping, un cigarrillo mal apagado o las chispas de una maquinaria, pueden ser causas humanas no intencionales, de las cuales hay decenas de ejemplos (y varios detenidos en este mes).

La segunda cosa es la realmente preocupante. Casi dos tercios de los encuestados creen que los incendios son actos terroristas, vale decir que son delitos cuyo principal objetivo es provocar miedo y desestabilizar la sociedad con fines políticos.

¿Y quienes serían los terroristas? Con poco margen de error, presumo que la mayoría de esas personas cree que el terrorismo proviene de fuerzas que identifica como de la ideología contraria a sus creencias. Esta gama puede ir  desde el ejército de Chile hasta los infiltrados venezolanos o colombianos, pasando por empresas forestales, comunidades indígenas, anarquistas, milicias fascistas y otra serie de grupos creativamente puestos en función del reforzamiento de las creencias propias.

Los datos muestran que en lo que va de temporada, se han registrado más de 300 incendios y la mayoría aún no tienen causa conocida. No hay registro de que estos incendios provengan de actos terroristas, incluso en el caso de aquellos que han sido identificados como intencionales.

Hay personas detenidas y entre ellos algunos cercanos a la extrema derecha chilena, pero eso de ninguna manera da cuenta de que los incendios sean un acto terrorista proveniente de ese grupo ideológico. Tampoco hay reivindicación de actos incendiarios, por lo que incluso de ser actos terroristas, quedaría preguntarnos a qué o quién tendríamos que temer.

Lo que sí sabemos, es que existen grupos de personas, más o menos organizadas, que han difundido el miedo a través de distintos medios de comunicación, generando esta sensación de que los incendios son actos terroristas.

No sabemos si ellos mismos  provocaron incendios y es probable que no, pero es patente que  han aprovechado la incertidumbre para agravar el ambiente de inseguridad mediante la explotación, presumiblemente deliberada, de los sesgos cognitivos de las personas.

Así, además de los inmensos perjuicios materiales y humanos que los incendios forestales han causado en este verano, se produce un menoscabo a la sociedad al erosionar (más) su cohesión.

Mientras por décadas nos hemos sentido orgullosos del sentido de unidad y solidaridad que muestra el pueblo de Chile para enfrentar los desastres, hoy incluso ese mínimo sentido de comunidad se encuentra dañado. Lo que nos queda por dilucidar, es si ese daño proviene de quienes han provocado los incendios, o de quienes abusan de la contingencia para difundir el odio y el miedo.

Columna publicada en El Desconcierto – 17/02/2023

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