Motosierra a la regulación ambiental de Chile: Más de 80 organizaciones solicitan al presidente Boric quitar urgencia legislativa al Proyecto de Ley de Permisos Sectoriales

En una declaración pública, las organizaciones firmantes hacen un llamado a generar espacios de diálogo en el que las voces de la sociedad civil y expertos sean escuchadas para evitar la grave desregulación que implicaría la aprobación de esta iniciativa.

 

Actualmente se encuentra en segundo trámite constitucional en el senado el proyecto de Ley de Permisos Sectoriales, el cual es parte del paquete normativo compuesto también por la reforma a la institucionalidad ambiental y la ley de administración del borde costero y concesiones marítimas, las cuales buscan flexibilizar la aprobación de proyectos en pos de la inversión. Estos intentos regulatorios, son visto con gran preocupación por un amplio espectro de Organizaciones de la Sociedad Civil, quienes identifican que se trataría de una verdadera motosierra a los estándares construídos durante los últimos 20 años para la regulación de aquellas actividades que pueden tener un impacto negativo en nuestro medio ambiente, y por lo tanto en la vida de las y los habitantes de nuestro país.

Para Diego Luna Quevedo, Especialista en Política y Gobernanza de Manomet Conservation Sciences, “si bien existe cierto consenso sobre la necesidad de mejoras hacia una institucionalidad moderna, que dinamice procesos e interoperatividad, la agenda pro-inversión que el Gobierno está impulsando a nivel legislativo y territorial, está tomando una senda que va en contra de los principios preventivo y precautorio, vulnerando así el principio de no regresión necesario para el resguardo socioambiental en un escenario de crisis ecológica”.

En la declaración, las organizaciones identifican serios retrocesos en las normas del código de aguas, sanitario y reformas a las normas de la administración del Estado que crearían una suprainstitucionalidad denominada “Oficina de Autorizaciones Sectoriales e Inversión” que quitaría las atribuciones de resguardo del medio ambiente a los Ministerios sectoriales.

“El proyecto de Ley además de cambios al Código, Sanitario, Código de Aguas y Código Minero, establece severas reformas a las normas y procedimientos de la Administración del Estado, que limita y expropia a los Ministerios sectoriales las atribuciones de resguardo de la salud de la población y el patrimonio ambiental del país”, explica Sara Larraín, Directora Ejecutiva de Chile Sustentable. “Como si esto fuera poco, crea una «Oficina» que controlará la aplicación de la ley vigente y la formulación de las nuevas regulaciones sectoriales», agrega.

Además, acusan que se trataría de una negociación llevada a cabo por los ministros Grau y Marcel para subsanar el grave fracaso de la reforma tributaria, generando un “pacto fiscal” entre el gobierno y empresarios, en el cual se ha excluido las voces de expertos y la ciudadanía organizada.

Por su parte, Pamela Poo, politóloga y directora de Políticas Públicas e Incidencia en Fundación Ecosur indica, “El proyecto de permisos sectoriales, como el de reforma al SEIA, perdieron el rumbo en su tramitación, lamentablemente relajan lo que hoy existe, lo cual es muy peligroso, debido a que el estado no cuenta con los recursos para fiscalizar bien o con la cantidad de funcionarios necesarios en los servicios para que lo que prometen dichos proyectos se cumpla. Por último, de salir como están, probablemente lo que veremos es que aumentará la conflictividad ambiental en donde se pretenden emplazar las inversiones”.

El Convenio Iberoamericano para el Acceso a la Justicia: un instrumento transformador para garantizar los derechos humanos

Este instrumento ya cuenta con su primer borrador y desde la Conferencia de Ministros de Justicia de los Países Iberoamericanos (COMJIB) se trabaja en el desarrollo de una segunda propuesta en conjunto al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos en Chile. 

Durante el año 2021, la Conferencia de Ministros de Justicia de los Países Iberoamericanos (COMJIB), la Cumbre Judicial Iberoamericana, la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y el Programa Iberoamericano de Acceso a la Justicia (PIAJ) iniciaron un proceso histórico: la creación de un convenio internacional que establezca un marco normativo obligatorio para garantizar el acceso a la justicia en los países iberoamericanos. Esta propuesta surge en un contexto donde diversas barreras -económicas, geográficas, culturales, entre otras- dificultan dicho acceso, por lo que se busca establecer un estándar mínimo de garantías a escala internacional para asegurar que los Estados establezcan suficientes mecanismos para el ejercicio de los derechos de sus ciudadanos ante tribunales.

¿Qué dice el primer borrador del convenio? 

El documento preliminar plantea un enfoque integral que no solo refuerza los mecanismos jurisdiccionales tradicionales, sino que también incorpora estrategias preventivas como la educación en derechos, el empoderamiento jurídico y la asistencia legal gratuita. Además, destaca la necesidad de garantizar una justicia más inclusiva, considerando medidas específicas para mujeres, niños, personas con discapacidad, comunidades indígenas y poblaciones en contextos de exclusión social.

Entre los puntos clave del Convenio está la promoción de mecanismos de justicia alternativa y restaurativa, incluyendo la mediación, el arbitraje y la justicia comunitaria, con el objetivo de hacer más accesible la resolución de conflictos. También se propone la implementación de un sistema de justicia abierto basado en la transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana, asegurando que la información sobre el funcionamiento del sistema judicial sea comprensible y accesible para toda la población.

“Existen varios obstáculos que enfrentan las personas para acceder a la justicia en Iberoamérica, los cuales varían de país a país. En principio están, por ejemplo, el que no exista un acceso gratuito a la justicia, la ausencia de funcionarios y funcionarias especializados y capacitados para atender adecuadamente a poblaciones y grupos en situación de vulnerabilidad o que la justicia tome demasiado tiempo en cumplir con lo resuelto, etc.”, explicó Sofía Rivera, investigadora del equipo de  Estudios de ONG FIMA, organización que promueve este convenio en Chile.

Participación de la sociedad civil 

La participación de la sociedad civil ha sido clave en el proceso de elaboración del Convenio, siendo ONG FIMA un punto focal en Chile. La organización ha aportado especialmente en la coordinación de las instituciones interesadas en el acceso a la justicia. En este sentido, un hito clave fue la realización del  “Encuentro Regional: Avanzando hacia el Convenio Iberoamericano de Acceso a la Justicia”, desarrollado en diciembre de 2024, el cual impulsó el involucramiento de organizaciones de la sociedad civil (OSC) y de la academia, destacando la participación del Instituto de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, todos estos esfuerzos, se han hecho en estrecha colaboración con “Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia” (ACIJ), organización argentina que ha sido líder en la articulación de la sociedad civil iberoamericana. 

Dentro de las observaciones que han realizado las OSC iberoamericanas, se ha enfatizado en que los Estados asuman compromisos vinculantes en lugar de limitarse a recomendaciones, asegurando además la asignación de recursos financieros y humanos para implementar las políticas acordadas. Por otro lado, se ha insistido en que el Convenio garantice un enfoque inclusivo, eliminando barreras económicas, geográficas y culturales que aún persisten en la región.

“La participación de la sociedad civil es una de las más importantes porque son quienes están a ‘pie de cañón’, acompañando, guiando y orientando a las personas sobre cómo acceder a la justicia, ofreciendo defensa gratuita y viviendo el proceso de acceso junto a las víctimas y usuarios. De igual forma, la academia cumple el rol de ser el pensamiento crítico, reforzando el conocimiento práctico con un sustento teórico que permite identificar y mejorar los obstáculos que enfrentamos”, señaló la investigadora de ONG FIMA. 

Otro punto relevante impulsado desde las OSC es la creación de un robusto sistema de datos de justicia que permita recopilar información detallada sobre las necesidades jurídicas y la calidad de los servicios. Mediante la implementación de encuestas de victimización, estudios cualitativos y el seguimiento de indicadores, se busca garantizar la transparencia y la rendición de cuentas, lo que facilitaría el acceso público a la información, permitiendo que la ciudadanía supervise y participe activamente en la mejora continua del sistema de justicia. 

Desafíos y rol clave de Chile

Chile juega un rol esencial en el desarrollo del Convenio Iberoamericano para el Acceso a la Justicia, ya que su Ministerio de Justicia y Derechos Humanos ha sido designado como el organismo técnico encargado de liderar el proceso de redacción del documento. Esta responsabilidad representa una oportunidad única para que las organizaciones nacionales participen activamente y contribuyan con sus aportes a la construcción de un marco normativo que garantice un acceso equitativo y efectivo a la justicia en toda la región.

Mientras las autoridades de la COMJIB y los Ministerios de Justicia analizan el borrador y consideran las propuestas de la sociedad civil, las organizaciones participantes del proceso, trabajan para que el contenido del Convenio reconozca los desafíos y brechas de la región, e incorpore medidas que permitan la operacionalización del instrumento lo antes posible.

En este contexto, se está organizando el evento “Diálogos para la Justicia”, que se llevará a cabo el 19 de marzo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. El espacio busca reunir a diversas OSC, con el objetivo de recopilar críticas, comentarios y sugerencias que fortalezcan el Convenio, de cara a las próximas etapas de su negociación. La interacción entre quienes enfrentan diariamente barreras para acceder a la justicia y los especialistas académicos será clave para identificar los principales desafíos y oportunidades que deberá abordar este convenio regional.

La ética de Cooke

  • Por Estefanía González (Greenpeace Chile) y Sofía Barrera (ONG FIMA)

Sr. Director:
En relación a las controvertidas acusaciones realizadas por Cooke Chile a la SMA durante la última semana, es importante recordar que esa empresa productora de salmones, enfrenta desde 2021 un proceso sancionatorio por infracciones en tres centros de cultivo, con nueve cargos por serios incumplimientos ambientales, entre los que destacan sobreproducción, instalación de jaulas fuera de su concesión y, lo más grave, elusión al SEA, al realizar siembras sin autorización.
Es por ello que resulta absurda la acusación de que la autoridad tendría «razones ideológicas» para prohibirles la siembra de salmones. Es evidente, que ante un infractor contumaz como la empresa a la que representa el señor Parodi, la SMA debe cumplir con su mandato de fiscalizar y sancionar.
Esta victimización no es otra cosa que un nuevo (y desesperado) intento de evadir su responsabilidad respecto a los daños ambientales ya provocados. Es fundamental que la institucionalidad siga velando por el cumplimiento de la normativa, y que la empresa asuma las consecuencias de sus malas acciones en lugar de desinformar a la opinión pública.

Carta publicada en El Mercurio – 3/03/25

Centralismo energético

  • Por Felipe Pino Zúñiga, coordinador de Programa en ONG FIMA

Sr. Director:

El apagón nacional de este martes es un ejemplo “de libro” de un sistema energético poco resiliente. Sin embargo, se asoma una confusión entre resiliencia y eficiencia en el debate posterior. Estas aptitudes, aunque conectadas, no son lo mismo.

Los “permisólogos” no demoraron en señalar que la vulnerabilidad de nuestro sistema energético responde a “trabas burocráticas” que la institucionalidad ambiental pondría al desarrollo de proyectos de generación y transmisión energética.

No confundamos peras con manzanas. Es cierto que la transición energética de nuestro país debe mejorar su infraestructura para evitar vertimientos de energías renovables, pero no toda propuesta de infraestructura es un aporte significativo a en términos de resiliencia, ni mucho menos a la sustentabilidad. 

La vulnerabilidad de nuestro sistema energético tiene nombre y apellido: centralismo energético. Más de 3.000 km de líneas de transmisión, operados con mínimo presupuesto desde la comuna de Pudahuel. Por ello, proyectos como los polos de generación renovable en Antofagasta y Magallanes, y su inclusión mediante líneas de transmisión de gran escala -como el proyecto Kimal-Lo Aguirre- no solucionan el problema de fondo.

A pesar de aquello, la descentralización ha ido perdiendo prioridad en la transición energética del país, a pesar de las oportunidades que las tecnologías renovables ofrecen. Un sistema energético vulnerable es uno que no puede garantizar la dignidad humana y las necesidades de las personas. Lo que hoy fue un fallo circunstancial, mañana podría ser una constante en un Chile que proyecta un aumento de fenómenos climáticos extremos, acompañado de miles de hogares a luz de las velas.

Carta publicada en La Tercera – 3/03/25